Por Vanesa Etimos, Consultora Independiente
Durante el año 2024, el crédito al sector privado en Argentina mostró crecimiento significativo, impulsado por la desaceleración inflacionaria y la reducción de las tasas de interés. De acuerdo con datos del Banco Central, el stock de crédito creció en términos reales un 86,4%, con un fuerte protagonismo de los préstamos personales (+144,1%) y del financiamiento con tarjetas de crédito (+40,9%), en ambos casos midiendo el desempeño interanual. También se reactivaron los créditos hipotecarios, que registraron un alza del 36% luego de una marcada contracción en 2023.
Sin embargo, esta recuperación del crédito contrasta con la evolución más moderada de los salarios. Aunque los ingresos de los trabajadores asalariados aumentaron un 117% interanual en enero de 2025, superando la inflación del período (55,9%), aún no alcanzan a recomponer completamente el poder adquisitivo perdido tras la crisis de 2023. Esto generó una mayor dependencia del financiamiento para el consumo diario con tarjetas de crédito y préstamos personales, lo que representa un desafío creciente para la estabilidad financiera de las familias.
En este contexto, el informe de febrero de 2025 del BCRA refleja un aumento en los indicadores de morosidad: el ratio de crédito irregular al sector privado alcanzó el 1,76%, mientras que el coeficiente de irregularidad de las financiaciones a familias llegó al 2,94%. El ritmo desigual entre el crecimiento del crédito y la mejora salarial plantea riesgos concretos que requieren atención inmediata.
El principal desafío: anticiparse a los riesgos de endeudamiento antes de que se materialicen.
La gestión de datos y la inteligencia aplicada al riesgo emergen como herramientas clave para abordar esta problemática. Incorporar tecnología avanzada, como la analítica predictiva, permite identificar patrones de comportamiento y segmentar perfiles de clientes para priorizar acciones eficaces.
La implementación de tableros de control dinámicos proporciona información clara y en tiempo real, potenciando la toma de decisiones informada. A ello se suman estrategias de cobranza ágiles, con motores de reglas flexibles y scores de riesgo que se adaptan a la evolución constante del panorama financiero.
La inteligencia artificial (IA) continúa revolucionando el campo de la cobranza, no solo anticipando comportamientos de pago mediante la analítica predictiva, sino también transformando la interacción con los clientes a través de la IA generativa. Este enfoque personaliza las comunicaciones y optimiza la experiencia del usuario, fortaleciendo la relación entre las entidades financieras y sus clientes.
Frente a un aumento del crédito y a un ritmo desigual en la recuperación salarial, las soluciones tecnológicas y analíticas representan el camino para mitigar riesgos, gestionar la morosidad y construir un sistema financiero más resiliente y sostenible. La clave radica en combinar innovación con sensibilidad hacia las necesidades de los clientes, asegurando que el crédito se convierta en una herramienta de desarrollo, no una preocupación.
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